Cómo ha
cambiado el tiempo en un momento…bueno esperemos que aún quede el veranillo de
San Miguel para disfrutar de esos últimos rayos del sol, aunque los días cada
vez son más cortitos...yo creo que hoy es un buen día para preparar una sopita
de ajo de las de antes, con huevo poché y todo, que además de alimentar
muchísimo nos calienta el cuerpo para los días cortos y oscuros que se
avecinan.
La sopa que
elaboro es muy sencilla, pero el simple hecho de ponerle un huevo al final hace
que sea un plato especial, al menos así lo veo yo. Es fácil y rápida, y yo como
trabajo todo el día, siempre la preparo para la cena, y tras ella, sólo te
apetece estar en los brazos de Morfeo.
Para dos
personas:
½ litro de
caldo de pollo
6 rebanadas de
pan de ayer
3 dientes de
ajo
2 huevos
Un poco de
pimentón
Para empezar,
freímos en una sartén o en la propia olla donde se vaya a preparar, para dos,
la olla no debe ser muy grande, 20 cm de diámetro, con lo que a veces os
costará que se fría todo el pan, pero queda más rico, porque se mezclan todos
los sabores.
Se echa un
poco de aceite y a fuego lento, para que no se quemen, se fríen los ajos, al
momento se cortan 6 rebanadas de un cm de pan y se tuestan en el aceite,
añadimos el jamón para que cruja y suelte el sabor de la grasilla, que hace que
la sopa esté mucho más rica. 4 minutos después echamos el pimentón y removemos
para que no se queme, y al momento echamos el medio litro de caldo (si es
casero, estupendo, si no hay muchas alternativas en el súper, por ejemplo
Mercadona o Aneto, según el presupuesto).
Dejamos a
fuego lento, 10 minutos, y después subimos el fuego para llevarlo a ebullición,
cascamos un huevo en una taza de café o en un bol pequeño y muy lentamente lo
añadimos a la sopa, debe deslizarse de la taza para que no se rompa, no importa
que la misma se introduzca en la sopa un poquito, dejamos tres minutos,
revisamos que esté hecho, y voilá!
Una
delicatessen, vosotros tenéis algo parecido? Seguro que sí!